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THE FIGHTER

LE COMBATANT

Théâtre corporel, objets, marionnette – à partir de 7 ans

Durée estimée : 45 minutes

Espace : théâtre

Possibilité d’adaptation en espace extérieur intime et/ou in situ

AGAIN - AGAIN - AGAIN

« Si mon esprit peut l’imaginer, et mon cœur peut y croire, alors je peux le réaliser. » — Muhammad Ali

« L’ignorance engendre plus souvent la confiance que le savoir. » Charles Darwin

« Mesdames et messieurs, ce sont mes principes. Si vous ne les aimez pas, j’en ai d’autres. »  — Groucho Marx 

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Note d’ INTENTION

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« El Peleador » est une histoire sur l’attachement aux qualités physiques de la jeunesse face aux longs rounds des années. Une histoire sur la transformation physique pour continuer à être vu, une tentative de figer le temps… Et, finalement, une histoire d’amour entre des êtres « totalement différents ».

​Quiñonez, champion poids lourd, après sa première défaite, se retrouve confronté à un univers de chute : il perdra tout, jusqu’à sa propre dignité. Pourtant, fidèle à son instinct de ne jamais abandonner, il trouve en un médecin singulier la promesse de retrouver les capacités de sa jeunesse, à un prix inégalable. Cette histoire se construit à travers un langage scénique hybride, mêlant danse, manipulation d’objets et de marionnettes, théâtre physique, clown et boxe. Le point de départ est le conte original El Peleador, dont je suis l’auteur, à partir duquel nous cherchons à continuer d’écrire sur scène, à travers l’improvisation et la rencontre avec l’autre. Les objets choisis dialoguent avec le corps pour créer des paysages intérieurs et extérieurs des personnages. Le jeu des échelles et le dynamisme du mouvement deviennent des outils dramaturgiques. Les objets-marionnettes et une partie de la scénographie sont construits en mousse, un matériau mutatif par nature, malléable et hautement expressif, en contraste avec des éléments plus rigides — sans oublier la présence du corps humain. À ces langages s’ajoute l’univers du théâtre noir et sa puissance évocatrice. Il n’est pas exclu d’utiliser cette technique à vue, en l’intégrant pleinement au langage scénique. Plusieurs portes restent encore incertaines, mais l’intuition est déjà en train de les effleurer. 

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Á propos de LA PIÈCE

THE
FIGHTER

LE COMBATANT

Synopsis.- Quiñones est le grand champion invaincu des poids lourds, jusqu’au jour où il subit sa première défaite. Cet événement marquera la fin de sa carrière : il ne gagnera plus jamais un seul combat. Il sombrera dans l’oubli, la pauvreté, la solitude… mais surtout dans l’ingratitude d’être un champion qui ne vaut plus rien pour personne. Il survit en travaillant dans la cuisine d’un restaurant, dans l’un des nombreux villages du littoral d’un pays du Sud. Mais un jour, une foire arrive, avec des attractions pour tous les goûts et des êtres étranges qui promettent des miracles. Quiñones voit en ces personnages une lueur d’espoir, une possibilité de rédemption. Il décide alors de se relever une fois de plus pour continuer le prochain round de sa vie. Mais personne ne sait qui sont ces forains, ni d’où vient réellement cette foire.

CAPITULO I

La Sombra Asesina Quiñónez

 

“La sombra asesina Quiñónez”, el gran gladiador, se sentó destrozado, había perdido la 19 pelea consecutiva, la sensación de humillación era su verdadera derrota, cuando cerraba los ojos en su interior continuaba a ser derribado continuamente.

 

Su asombrosa carrera había llegado a termino,  cuando el campeón perdió la final en el coliseo “De la ciudad Deportiva” de la Habana, contra el mexicano “El Santo Ramírez”, gran revelación mexicana, nadie lo hubiera imaginado, menos él.

No había servido de nada estudiar todas las combinaciones posibles y sus posibles contraataques, el mexicano en el primer asalto ya hizo besar la lona al campeón y en el  segundo asalto lo mando a dormir tan profundamente que solo la sirena de la ambulancia pudo despertarlo, el campeón… el ex campeón sufría de  hospitalofobia, así que paro de inmediato la ambulancia sirviéndose de amenazas y algunos bofetones, bajo del carro chillón aun con los guantes puestos y se subió en el taxi-moto, -rápido llévame al “Ramírez”!,- le dijo al taxista, -y date prisa, que creo que estoy perdiendo-.

Las siguientes 9 peleas todas ellas perdidas por KO, no le bastaron para detenerse,  todo el mundo comentaba que debía retirarse; desde el programa deportivo “la número 5” hasta la señora de la tienda “Abarrotes Lolita”; un retiro  con la frente en alto y el dinero suficiente para continuar una vida estable, decía la radio,  la señora de la tienda pensaba, más bien una vida lujosa.

Pero los oídos sordos y la terquedad del peleador eran tan fuertes como fue su gancho de izquierda en la final de pesos pesados del 88, en donde gano en el 6to asalto con un contundente izquierdaso al púgil invicto de los andes “Puño de cemento Guamán”.

Quiñónez, continuo a financiar sus propias peleas!, sin  ganar ninguna, el dinero y el amor se esfumaron, los amigos escaseaban y los pocos que quedaban  huían de él, a todos ellos les debía dinero, pelea tras pelea, derrota tras derrota, cavaba su vida.

 

“La sombra Asesina Quiñones” abrió los ojos, y abrió el viejo armario, dentro de este pegado a las paredes del mueble, los recortes y fotos de tiempos de gloria, lo miraban con pena, en el fondo los guantes viejos y curtidos que habían pertenecido a su padre y con los cuales había sido el campeón juvenil panamericano más joven y más  panamericano. Se esperaba un futuro brillante para está estrella nacional, así decía uno de los recortes a blanco y negro, hacia al fondo, sobre unos libros estaba la vela roja que prendía antes de sus combates, la estampa de la Dolorosa y el collar de su mamá, joya que equivalía a toda su fortuna. El ex campeón intentaba sacarse los guantes, resbalaba y se golpeaba tontamente contra todo lo posible, era penoso y patético verlo, los cordones  se enredaban en la puerta del armario, sus pies resbalaban, sus rodillas temblaban y su ojo hinchado no ayudaba, los cortes le provocaban dolor y ensangrentaban todo alrededor,  su respiración era difícil, era como hacer pasar un erizo de mar por un sorbete, su cuerpo estaba molido, sentía que le dolía desde el alma hasta los codos, y las manos duras como cerámica no dejaban salir los guantes.

Volvió a sentarse en el banco de madera lúgubre, cicatrizado por el tiempo y la humedad; este histórico mueble,  sostuvo el trasero del mejor entrenador de la época, “Miki el gringo diablo”, Quiñónez pensaba que si él, el Gringo estuviera aún, seria 

diferente!…. pero en el fondo lo sabia como todo el mundo, que hubiera perdido igual; sus reflejos, que en otros tiempos eran comparados a los de un gato callejero, ahora solo le ayudaban para bajarse del bus aún en movimiento, o esquivar los golpes que imaginaba cuando se bañaba.

Quiñónez había heredado de su vida de boxeador una leve deficiencia mental que produjo ligera tartamudez, una reducción del 50% de la mirada periférica, unas piernas nerviosas y débiles, que a veces tomaban vida ajena y escapaban o se ponían a vivir su propia historia, un rostro desfigurado, una movilidad casi reducida en su brazo derecho, y una escoliosis aguda-critica-crónica-inestable-no biológica; esta lista de elementos describían su situación, además daban gran material para el sin número de apodos que la gente creativa del barrio le otorgaba de manera lúdica y a veces sádica, apodos que preferiremos abstenernos en este texto.

A Quiñónez no le importaba haber derrochado su fortuna  promocionando sus últimas peleas, no le importaba tampoco la trampa que le tendieron sus promotores, ni siquiera le importaba en ese momento, que ella, su negra Tomasa se haya escapada con el gringo, lo que realmente le dolía es que ya nadie le guardara respeto, le dolía su soledad, le dolía ser quien era, en que se había transformado, y le dolía el paso del tiempo, tiempo que golpea silenciosamente y mata de a poco el recuerdo, ya nada de él perdurará, si tan solo hubiera dejado que la negra culmine ese embrión, … todo lo que vive hoy es producto de su pasado y le duele y lo afronta con la cara en la lona, con su vida de perdedor, como le gustaría que alguien detenga este asalto, que alguien de su esquina tire la toalla. La Sombra Asesina Quiñónez acaricia su perro Claus el único sobreviviente de esta tragedia, Claus lo acompañaba en las noches tristes y obscuras en el fondo del barrio más pobre de esta ciudad caliente.

La Sombra Asesina Quiñónez  sabe que lo único que puede detener este combate con la vida seria la muerte, y esta aun no llega, así que se debe levantar, debe seguir peleándole a la vida, no hay conteo, pero tiene que ponerse de pie, así que se levanta al día siguiente y se dirige al restaurante “El Peleador”, entra en la oficina del gerente con la cabeza baja, y sale con la cabeza aun mas baja, pero con trabajo, Quiñónez, cambia su oficio,  cuelga los guantes y se coloca el delantal,  de peleador se convirtió en el pelador.

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QUELQUE PHOTO

THE
FIGHTER

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